EL SACACORCHOS por JON MUGIKA.
FIELES a las palabras de Martin Luther King, los vecinos de Rekalde han puesto el grito en el cielo antes de que se hiciese carne la frase del lider de los derechos civiles, cuando aseguraba que la verdadera tragedia de los pueblos no consiste en el grito de un gobierno autoritario, sino en el silencio de la gente. No se ha callado el vecindario al conocer que el tranvia no trepará por sus calles en cuesta. Han pretendido silenciarlo, sí, acusando a sus representantes de poner sobre la mesa un asunto de mal gusto para el Gobierno, como si hubiesen colocado los pies sobre el hule a la hora de comer... ¡Bárbaros!
Lo que ocurre es que no está censado en Rekalde pariente alguno del santo Job y la noticia de que han de esperar al menos una década para que aterrice el metro impacienta un punto a los vecinos. Rekalde lleva años haciendo cola en la ventanilla de reclamaciones. Quieren, ¡que egoísmo social!, un transporte público que abastezca al barrio de puentes con el centro de la ciudad. Llevan años pidiéndolo, toda una fortuna en terminos temporales. Ahora ha de sumarse la propina de una hora para el almuerzo del señor político que ha de comer tras madrugar a las nueve de la mañana. El viejo Martin hubiese hablado de esclavitud laboral...
En fin, que cerrada la cita a las cuatro eran las cinco en sombra de la tarde, dicho sea con permiso de Federico García Lorca, cuando se sentaron a hablar. A un lado, el heraldo de Gobierno Vasco y al otro un puñado de vecinos, convencidos de que cien años de injusticia no hacen derecho. La reunión para informar sobre los porqués de la ausencia de tranvía estuvo en un tris de irse al traste, al fondo del cajón en el que la política guarda los asuntos a traspápelar. Todo por un reproche de la impuntualidad del señor gestor: ¿A qué quejarse por una hora cuando llevan años esperando una solución ...?Temo que los vecinos de Rekalde son unos ingenuos de tomo y lomo. Ellos, que han levantado el barrio con su esfuerzo cívico y cientos de horas robadas al descanso, debieran conocer la vieja ley. Esa que dice que a veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero quien recibe la propina.
Cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero quien recibe la propina.
DEIA, Igandea, 2009ko irailaren 20a
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